martes, 28 de febrero de 2012

Teoría de la inteligencia emocional.

La inteligencia emocional (IE) es nuestra capacidad para comprender y controlar nuestras emociones y las del resto. La teoría fue popularizada por Daniel Goleman en 1995. Actualmente la inteligencia emocional se considera muy importante a la hora de hablar de la inteligencia de una persona, ya que se evalúan para ello tanto la inteligencia intrapersonal como la interpersonal; la inteligencia emocional llega a considerarse incluso más importante que el CI. La gran importancia de la inteligencia emocional se debe a que los centros emocionales emergieron del cerebro primitivo, mientras que la racionalidad fue posterior.
Según Goleman tenemos las siguientes capacidades:
  • Conciencia de uno mismo y de las propias emociones y su expresión 
  • Autorregulación, controlar los impulsos, de la ansiedad, diferir las gratificaciones, regular nuestros estado de ánimo.
  • Motivarnos y perseverar a pesar de las frustraciones (optimismo)
  • Empatía y confianza en los demás.
  • Las artes sociales.
Además, según Goleman las emociones son impulsos que nos llevan a actuar siguiendo un sistema con tres componentes, que son:
  • El perceptivo, que incluye elementos hereditarios y es a veces fruto de las experiencias, como puede ser el surgimiento de una fobia o la ansiedad a los exámenes, o el placer por una buena nota.
  • El motivacional, encargado de impulsar, mantener y dirigir la conducta, gracias a su relación con el sistema hormonal: por ejemplo, el miedo nos impulsa a la evitación.
  • El conductual. Es el elemento más influido por las experiencias de aprendizaje previo y el medio cultural. Por ejemplo: el modo de expresar la pena en distintas culturas.
David Goleman desarrolló un experimento con niños de cuatro años para comprobar cuán importante era la inteligencia emocional a la hora del éxito profesional. Para ello colocaban a un niño sentado delante de una gominola y le decían que si esperaba a que volviese el inspector sin comer la gominola, le daría dos. El hecho de que el niño supiera o no controlar sus impulsos deja adivinar su futuro profesional y académico.